17 January 2011

Más allá de Vietnam: Un tiempo para romper el silencio Por el Rev. Martin Luther King


Hoy es el Día de Martin Luther King, Jr. en los Estados Unidos. Por este presento el primer parte de un discurso menos conocida de los discursos del Dr. King en las masas, porque va más allá del tema de derechos civiles al tema de que todos somos conectados, una idea muy amenazadora a la estructura del poder de los Estados Unidos. Él fue asesinado exactamente un año después.

Esto es traducido por yo, entonces, puede ser menos que correcto. Sobre la traducción de las palabras “America” y “American,” conozco que la práctica es traducir estas palabras como “Los Estados Unidos” y “estadounidenses,” por sus intentos. Pero la verdad es que los estadounidenses casi siempre se refirieren a su país como “America,” incluso cuando estan tan conciente que Dr. King erá de que los Estados Unidos son sólo parte de América.

English speakers please read this astounding speech here:
Beyond Vietnam: A Time to Break Silence By Rev. Martin Luther King, 4 April 1967





Más allá de Vietnam: Un tiempo para romper el silencio
Por el Rev. Martin Luther King   
04 de abril 1967

Discurso pronunciado por el Dr. Martin Luther King, Jr., el 4 de abril de 1967, en una reunión del Clero y Laicos preocupados en la iglesia Riverside en Nueva York:


Vengo a esta magnífica casa de culto esta noche porque mi conciencia no me deja otra opción.  Me uno a ustedes en esta reunión porque yo estoy en profundo acuerdo con los objetivos y el trabajo de la organización que nos ha reunido: Clero y Laicos preocupados acerca de Vietnam.  La reciente declaración de su comité ejecutivo son los sentimientos de mi corazón y me encontré en pleno acuerdo cuando leí sus primeras líneas: "Llega un tiempo en que el silencio es traición".  Ese tiempo ha llegado para nosotros en relación a Vietnam.

La verdad de estas palabras está fuera de toda duda, pero la misión a la que nos llaman es de lo más difícil.  Incluso cuando se presiona por las exigencias de la verdad interior, los hombres no son fáciles de asumir la tarea de oponerse a la política de su gobierno, especialmente en tiempo de guerra.  Tampoco se mueve el espíritu humano sin grandes dificultades frente a toda la apatía del pensamiento conformista dentro de su propio seno y en el mundo que nos rodea.  Por otra parte, cuando los temas en cuestión parecen tan perplejos como sucede con frecuencia en el caso de este conflicto terrible que siempre estamos al borde de ser hipnotizados por la incertidumbre, pero debemos seguir adelante.

Algunos de nosotros que ya hemos comenzado a romper el silencio de la noche hemos descubierto que el llamado a hablar a menudo es una vocación de agonía, pero debemos hablar.  Tenemos que hablar con toda la humildad que se adecue a nuestra visión limitada, pero debemos hablar.  Y debemos regocijarnos, así, por que seguramente esta es la primera vez en la historia de nuestro país que un número significativo de sus líderes religiosos han elejido avanzar más allá de la profecía de patriotismo suave hasta las tierras altas de una disensión sólida basada en las mandatas de la conciencia y la lectura de la historia.  Quizás un nuevo espíritu ascende entre nosotros.  Si es así, vamos a rastrear bien su movimiento y orar para que nuestro propio ser interior puede ser sensible a su orientación, ya que estamos profundamente en la necesidad de una nueva manera más allá de la oscuridad que parece tan cerca que nos rodea.

En los últimos dos años, como he actuado a romper la traición de mis propios silencios y hablar de la quema de mi propio corazón, ya que he llamado para las desvaciones radicales de la destrucción de Vietnam, muchas personas me han cuestionado acerca de la sabiduría de mi camino.  En el centro de sus preocupaciones esta consulta a menudo amenazía grande y fuerte: ¿Por qué hablar de la guerra, Dr. King?  ¿Por qué unirse a las voces de la disidencia?  La paz y los derechos civiles no se mezclan, dicen.  ¿No le hacer daño a la causa de su pueblo, se preguntan?  Y cuando los oigo, aunque a menudo entiendo el origen de su preocupación, sin embargo, estoy muy triste, porque estas cuestiones significan que los indagadores no me han realmente conocido, mi compromiso y mi vocación.  De hecho, sus preguntas indican que no conocen el mundo en que viven.

Teniendo en cuenta tales malentendidos trágicos, lo considero de singular importancia a tratar de afirmar claramente, y confío en forma concisa, por qué creo que el camino desde Dexter Avenue Baptist Church - la iglesia en Montgomery, Alabama, donde empecé mi pastorado - lleva claramente a este santuario esta noche.

Vengo a este estrado esta noche para hacer una súplica apasionada a mi amada nación.  Este discurso no se dirige a Hanoi o al Frente de Liberación Nacional.  No se dirige a China o Rusia.
Tampoco es un intento de pasar por alto la ambigüedad de la situación total y la necesidad de una solución colectiva a la tragedia de Vietnam.  Tampoco es un intento de hacer de Vietnam del Norte o el Frente de Liberación Nacional dechados de virtud, ni pasar por alto el papel que pueden jugar en una resolución exitosa del problema.  Si bien ambos pueden tener razón justificable para sospechar de la buena voluntad de los Estados Unidos, la vida y la historia dan testimonio elocuente del hecho de que los conflictos no se resuelven sin confianza toma y daca por ambos lados.

Esta noche, sin embargo, no deseo hablar con Hanoi y el FNL, sino más bien a mis conciudadanos, que, conmigo, tienen la mayor responsabilidad para poner fin a un conflicto que ha cobrado un precio duro en ambos continentes.


La importancia de Vietnam
Puesto que soy un predicador de profesión, supongo que no es de extrañar que tengo siete razones importantes por traer la Vietnam en el campo de mi visión moral.  Hay, en primer lugar una relación muy obvia y casi superficial entre la guerra de Vietnam y la lucha que yo y otros han estado librando en América.  Hace unos años hubo un momento brillante en esa lucha.  Parecía como si hubiera una verdadera promesa de esperanza para los pobres – ambos los blancos y negros - a través del programa contra la pobreza.  Hubo experimentos, esperanzas, nuevos comienzos.  Luego vino el aumento en Vietnam y he visto el programa de partido y eviscerado, como si era algo juguete político de ocio de una sociedad se enloquecido por la guerra, y yo sabía que América nunca invertiría los fondos necesarios o las energías en la rehabilitación de sus pobres mientras aventuras como la Vietnam continuaron a sacar los hombres y las habilidades y el dinero como un tubo de succión destructiva demoníaca.  Así que me vi obligado cada vez más a ver la guerra como un enemigo de los pobres y atacarlo como tal.

Quizás el reconocimiento más trágica de la realidad se llevó a cabo cuando se hizo claro para mí que la guerra estaba haciendo mucho más que devastando las esperanzas de los pobres en el país.  Se envían a sus hijos y sus hermanos y sus esposos para luchar y morir en proporciones extraordinariamente alto en relación con el resto de la población.  Estábamos tomando el hombre negro joven que había sido paralizada por nuestra sociedad y el envío de ocho mil millas de distancia para garantizar las libertades en el Sudeste de Asia, que no había encontrado en el suroeste de Georgia y el este de Harlem.  Así que hemos estado en varias ocasiones ante la cruel ironía de ver a los niños negros y blancos en las pantallas de TV, ya que matar y morir juntos por una nación que no ha podido sentarse juntos en las mismas escuelas.  Así que verlos en la solidaridad brutal quemando las chozas de un pueblo pobre, pero nos damos cuenta de que nunca viviría en la misma cuadra en Detroit.  No podía permanecer en silencio frente a la manipulación tan cruel de los pobres.

Mi tercera razón se mueve a un nivel aún más profundo de la conciencia, ya que surge de mi experiencia en los guetos del Norte en los últimos tres años - especialmente en los últimos tres veranos.  Como ya he caminado entre los hombres jóvenes deseperados, rechazados y enojados, les he dicho que los cócteles molotov y fusiles no resolvería sus problemas.  He tratado de ofrecerles mi más profunda compasión manteniendo al mismo tiempo mi convicción de que el cambio social es más significativa a través de la acción no violenta.  Pero se preguntaron - y con razón - ¿qué pasa con Vietnam?  Se preguntaron si nuestra propia nación no estaba usando dosis masivas de la violencia para resolver sus problemas, para lograr los cambios que quería.  Sus preguntas se hizo sentir, y yo sabía que nunca más podría elevar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los ghettos sin primero haber hablado claramente al mayor proveedor de violencia en el mundo de hoy - mi propio gobierno.  Por el bien de los niños, por el bien de este gobierno, por el bien de cientos de miles temblando bajo nuestra violencia, no puedo permanecer en silencio.

Para aquellos que preguntan, "¿No era un líder de derechos civiles?"  y por lo tanto tienen la intención de excluirme del movimiento por la paz, tengo esta respuesta aún más.  En 1957, cuando un grupo de nosotros formó la Conferencia del Liderazgo Christiano del Sur, eligimos como lema: "Para salvar el alma de América."  Estábamos convencidos de que no podríamos limitar nuestra visión de ciertos derechos para el pueblo negro, sino que afirmamos la convicción de que América nunca sería libre o salvado de sí mismo a menos que los descendientes de los esclavos fueron desatados por completo de las grilletes que todavía llevan.  En cierto modo estábamos de acuerdo con Langston Hughes, eso bardo negro de Harlem, que había escrito antes:

 Oh, sí,
 Digo bien claro,
 América nunca fue América para mí,
 Y sin embargo lo juro este juramento -
 América será!


Ahora, debe que ser incandescentemente claro que nadie que tenga cualquier preocupación por la integridad y la vida de la América de hoy puede pasar por alto la guerra actual.  Si el alma de América se vuelve totalmente envenenado, parte de la autopsia debe indicar Vietnam.  Nunca puede ser salvado, mientras destruye las esperanzas más profundas de los hombres por todo el mundo.  Por lo que es que aquellos de nosotros quienes aún estámos determinado de que América será estámos llevado a lo largo del camino de la protesta y la disidencia, trabajamos por la salud de nuestra tierra.

Como si el peso de ese compromiso a la vida y la salud de América no fuera suficiente, otra me cargaba de otra responsabilidad en 1964, y yo no puedo olvidar que el Premio Nobel de la Paz fue también una comisión - una comisión para trabajar con más fuerza de lo que yo había trabajado para "la hermandad del hombre."  Este es un llamado que me lleva más allá de lealtades nacionales, pero incluso si no estaba presente que aún tendría que vivir con el significado de mi compromiso con el ministerio de Jesucristo.  Para mí la relación de este ministerio a la realización de la paz es tan obvio que a veces me maravilla a los que me preguntan por qué estoy hablando en contra de la guerra.  ¿Podría ser que ellos no saben que la buena noticia era para todos los hombres - de comunista y el capitalista, para sus hijos y los nuestros, al negro y al blanco, para los revolucionarios y conservadores?  ¿Han olvidado que mi ministerio es en la obediencia a la que amaba a sus enemigos tan plenamente que él murió por ellos?  Entonces, ¿qué puedo decir a los "vietcong" o a Castro o a Mao como un fiel ministro de éste?  ¿Se puede amenazar con la muerte o no debo compartir con ellos mi vida?

Por último, mientras trato de delinear para usted y para mí el camino que conduce desde Montgomery a este lugar, habría ofrecido todo lo que era más válida si simplemente me dijo que debo ser fiel a mi convicción que comparto con todos los hombres la convocatoria ser hijo del Dios viviente.  Más allá de la convocatoria de la raza o nación o credo es esta vocación de la filiación y la fraternidad, y porque creo que el Padre está profundamente preocupado sobre todo por su niños sufrimiento y indefensos y marginados, vengo esta noche para hablar por ellos.


Esto creo que es el privilegio y la carga de todos los que nos consideramos obligados por alianzas y lealtades que están más amplio y más profundo que el nacionalismo y que van más allá de los objetivos y posiciones auto-definidos de nuestra nación.  Estamos llamados a hablar en nombre de los débiles, de los sin voz, para las víctimas de nuestra nación y para los que ella llama enemigo, porque no hay ningún documento de las manos humanas pueden hacer que estas personas sean menos nuestros hermanos.

[...]
Leer parte II aquí

 Pondré el resto del discurso en los días siguentes. Aqui, una cita muy intuitiva:
La guerra en Vietnam no es sino un síntoma de una enfermedad mucho más profunda dentro del espíritu americano, y si ignoramos esta triste realidad nos encontraremos organizando comités de clérigos y laicos preocupados hasta la próxima generación.  Ellos estarán preocupados por Guatemala y Perú.  Ellos estarán preocupados por Tailandia y Camboya.  Ellos estarán preocupados por Mozambique y Sudáfrica.  Estaremos marchando para estos y una docena de otras nombres y asistiendo manifestaciones sin fin a menos que haya un cambio significativo y profundo en la vida y la política americana.  Estos pensamientos nos llevan más allá de Vietnam, pero no más allá de nuestra vocación como hijos del Dios viviente.
En 1957 un funcionario sensible americano en el extranjero dijo que le parecía que nuestra nación fue en el lado equivocado de una revolución mundial.  Durante los últimos diez años hemos visto surgir un patrón de supresión que ahora ha justificado la presencia de militares de EE.UU. "asesores" en Venezuela.  Esta necesidad de mantener la estabilidad social para nuestras inversiones cuenta para la acción contrarrevolucionaria de las fuerzas americanas en Guatemala.  Se dice por qué los helicópteros americanos están siendo utilizados contra las guerrillas en Colombia y por qué el napalm americano y las fuerzas de boina verde ya han estado activas contra rebeldes en Perú.  Es con ese tipo de actividad en cuenta que las palabras del fallecido John F. Kennedy regresan para espantarnos.  Hace cinco años dijo: "Los que hacen imposible la revolución pacífica harán inevitable la revolución violenta."

Cada vez más, por elección o por accidente, este es el papel que ha tenido nuestra nación - el papel de los que hacen imposible la revolución pacífica, al negarse a renunciar a los privilegios y los placeres que provienen de los inmensos beneficios de la inversión en el extranjero.

Estoy convencido de que si vamos a conseguir en el lado derecho de la revolución mundial, nosotros, como nación, debe pasar por una revolución radical de valores.  Rápidamente se debe comenzar el cambio de una sociedad "cosa orientada" a una sociedad "persona orientada".  Cuando las máquinas y las computadoras, el afán de lucro y los derechos de propiedad son considerados más importantes que las personas, los trillizos gigantescos del racismo, el materialismo y el militarismo son incapaces de ser conquistado.

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